Todo empezó por un comentario sin importancia, un día dije:
-No quiero pasar Navidad aquí.
Y me obedecieron. Contrataron una mudanza para las siete de la mañana del 24 de diciembre. Me levante a las 5a.m. a terminar de empacar, toda cruda y con apenas dos horas de sueño. El camión partió a las 8a.m. conmigo, Tom a mis piernas y sin mis amados tenis.
Llegue sola a un pueblo sin cine ni internet, cuyo único entretenimiento es ir a la plaza o al trailer que llega con un proyector de vez en vez haciéndola de cinematógrafo.
Sola, con muchos muebles que acomodar, sin muchos de mis artículos personales, que por razones de espacio tuve que dejar en mi ex-casa, me aventure a acomodar algo esperando que mi familia llegara en mi auxilio. Los hombres de la mudanza se ofrecieron con las camas y la lavadora, rompieron una tubería y me quede sin agua una semana.
Mis vacaciones de invierno fueron de lo más abrumadoras, cansadas y confusas. Regresé a la escuela (porque sigo llendo a la ciudad a mis clases de teatro) con unas ganas de que llegara la semana santa lo más pronto posible y sin una pizca de creatividad ni energía.
El pueblo me dio unas ganas de fiesta como las de la capital, que aprovecho cada evento en el que pueda revivirlas. No tengo nada que decir pues mis tres horas de viaje ida/vuelta me frustran.
Mi desaparición puede extenderse hasta mi próxima entrada, sólo puedo contar que estoy conociendo las maravillas del "sin compromisos" de lo que tal vez de detalles otro día con más inspiración.
miércoles, 17 de febrero de 2010
domingo, 6 de diciembre de 2009
Te soñe
No fue anoche, ni antenoche. Paso hace como tres semanas o más.
Soñé que salíamos por una copa de vino mientras tocaban jazz.
Soñé que no eras mi tipo, que no me gustabas, que me resultabas un tanto pretencioso, que de repente pensaba que carajos hacía contigo, que después veía las caras de los comensales y adivinaba las conclusiones perversas de que una chica de mi edad saliera con alguien de tu edad.
Soñé que nos besábamos y desperté.
Luego fui a la FILIJ, compré algunos libros y los cargue en la mano todo el día esperando verte por ahí y tener un encuentro casual como las buenas personas que somos y que no escriben en hojas rayadas ni conciertan citas.
No te vi ni hoy ni mañana. Ni espero verte, ni lo busco, ni lo deseo. Ojala sólo pudieras acordarte de mí y volver a escribirme. En verdad que me gustaba leerte y en ocasiones hasta escribirte.
Desde mis dos paredes blancas.
Soñé que salíamos por una copa de vino mientras tocaban jazz.
Soñé que no eras mi tipo, que no me gustabas, que me resultabas un tanto pretencioso, que de repente pensaba que carajos hacía contigo, que después veía las caras de los comensales y adivinaba las conclusiones perversas de que una chica de mi edad saliera con alguien de tu edad.
Soñé que nos besábamos y desperté.
Luego fui a la FILIJ, compré algunos libros y los cargue en la mano todo el día esperando verte por ahí y tener un encuentro casual como las buenas personas que somos y que no escriben en hojas rayadas ni conciertan citas.
No te vi ni hoy ni mañana. Ni espero verte, ni lo busco, ni lo deseo. Ojala sólo pudieras acordarte de mí y volver a escribirme. En verdad que me gustaba leerte y en ocasiones hasta escribirte.
Desde mis dos paredes blancas.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Leonardo
Es la conjunción de mi ser. Es mi n(h)ombre perfecto, mi palabra favorita.
Es el ser más idealizado del mundo, del que conozco menos que aquel habitante número 25698348 de China. Leonardo es un verbo más que un ser. Si lo buscas en mi diccionario lo verás como sinónimo de amor, de perfección, de alabanzas y objeto de culto.
Leonardo fue un hombre que conocí a la tierna edad de 15 años. Fue el que me impresiono cuando en un estado totalmente etílico me hablo sobre los niños hambrientos de África, fue por quién no entre a mis clases de filosofía porqué sentía que aprendía más de él hablando sobre Nietzche que de mi profe con doctorado.
Leonardo fue el primer hombre que de una manera muy sutil me utilizo. Quién me puso en la primera encrucijada amorosa de mi vida. El primer no-familiar que me preguntaba sobre mi día por las noches. Fue el primero de muchas cosas, el segundo y el tercero también...
Leonardo es un vago recuerdo [ni siquiera puedo reconstruir su cara por completo], es una carta sin remitente, mi clochard que me salvo del río Sena, es mi ideal de hombre.
Y aunque nunca lo conocí del todo, aunque nunca salí con él más allá de la escuela, aunque nunca me arriesgue por él, sí muchas veces soné con él, con su carácter y sus frases, reinterpretando lo que decía, aumentándole significados. Pero a fin de cuentas, así es cuando te enamoras ¿o no?
Es el ser más idealizado del mundo, del que conozco menos que aquel habitante número 25698348 de China. Leonardo es un verbo más que un ser. Si lo buscas en mi diccionario lo verás como sinónimo de amor, de perfección, de alabanzas y objeto de culto.
Leonardo fue un hombre que conocí a la tierna edad de 15 años. Fue el que me impresiono cuando en un estado totalmente etílico me hablo sobre los niños hambrientos de África, fue por quién no entre a mis clases de filosofía porqué sentía que aprendía más de él hablando sobre Nietzche que de mi profe con doctorado.
Leonardo fue el primer hombre que de una manera muy sutil me utilizo. Quién me puso en la primera encrucijada amorosa de mi vida. El primer no-familiar que me preguntaba sobre mi día por las noches. Fue el primero de muchas cosas, el segundo y el tercero también...
Leonardo es un vago recuerdo [ni siquiera puedo reconstruir su cara por completo], es una carta sin remitente, mi clochard que me salvo del río Sena, es mi ideal de hombre.
Y aunque nunca lo conocí del todo, aunque nunca salí con él más allá de la escuela, aunque nunca me arriesgue por él, sí muchas veces soné con él, con su carácter y sus frases, reinterpretando lo que decía, aumentándole significados. Pero a fin de cuentas, así es cuando te enamoras ¿o no?
sábado, 31 de octubre de 2009
Y a pesar de todo, fuí.
Ya lo sabía, no debía ir. Desde la primera sugerencía debí decir no.
Sabía que ahí ibas a estar, con tu cabello largo, tan ufano, tu bufanda al más puro estilo bohemio, tu cigarro y el alcohol. Sabía que iban a estar tus amigos y me harían sentir mal [si no los conociera], sabía que me ibas a ignorar....
Y aún así fuí.
Y me ignoraste.
Y trataste de darme celos con tu amiga.
Y me evitaste.
Y no me dirigiste la palabra.
Y aún así, aquí sigo, como tonta enamorada, escribiendote una vez más.
Sabía que ahí ibas a estar, con tu cabello largo, tan ufano, tu bufanda al más puro estilo bohemio, tu cigarro y el alcohol. Sabía que iban a estar tus amigos y me harían sentir mal [si no los conociera], sabía que me ibas a ignorar....
Y aún así fuí.
Y me ignoraste.
Y trataste de darme celos con tu amiga.
Y me evitaste.
Y no me dirigiste la palabra.
Y aún así, aquí sigo, como tonta enamorada, escribiendote una vez más.
miércoles, 28 de octubre de 2009
-No te amo.
-No me importa, sólo quiero que me escribas.
-Pero no te amo.
-Yo tampoco, sólo me gusta leerte.
-De verdad que no sacaras nada bueno de esta relación.
-No quiero una relación, sólo quiero leerte.
-No te gustaré.
-Ni busco que me gustes, sólo escribeme, me gusta leerte.
-¿Ves? ¡Empiezas de nuevo! Yo no te amo, aunque podría llegar a hacerlo...
-No quiero que me ames, ni que me conozcas, ni que te guste, no quiero nada de ti más que tus letras.
-Pero yo no soy yo, no te puedo amar porque soy raro, insociable, desgarbado.
-Poco me importa todo eso, por favor, escribeme para que sea infeliz. Me vale madres lo que sientas por mí, yo nunca sentiré nada por tí, sólo quiero leerte.
-Sí no me amas, ¿por qué quieres que te escriba?
-Porque me gusta leerte, te lo he dicho desde siempre. Me gusta que te odies...
-En verdad que no puedo amarte, no empiezes de nuevo...
-Pero no te amo.
-Yo tampoco, sólo me gusta leerte.
-De verdad que no sacaras nada bueno de esta relación.
-No quiero una relación, sólo quiero leerte.
-No te gustaré.
-Ni busco que me gustes, sólo escribeme, me gusta leerte.
-¿Ves? ¡Empiezas de nuevo! Yo no te amo, aunque podría llegar a hacerlo...
-No quiero que me ames, ni que me conozcas, ni que te guste, no quiero nada de ti más que tus letras.
-Pero yo no soy yo, no te puedo amar porque soy raro, insociable, desgarbado.
-Poco me importa todo eso, por favor, escribeme para que sea infeliz. Me vale madres lo que sientas por mí, yo nunca sentiré nada por tí, sólo quiero leerte.
-Sí no me amas, ¿por qué quieres que te escriba?
-Porque me gusta leerte, te lo he dicho desde siempre. Me gusta que te odies...
-En verdad que no puedo amarte, no empiezes de nuevo...
martes, 27 de octubre de 2009
Si no hago nada, entonces que?
Querídisimo anónimo, Él lo sabe.
Lo supo desde el momento en que lo invite a bailar. Mi sonrisa estúpida lo dijo por mí.
Lo supo cuando lo veía en la banca, solo, sin hablarle a nadie. Cuando intentaba hablarle y sólo reía.
Lo supo cuando mis amigos se lo dijeron, cuando me aventaron hacia el en una actitud de primaria, cuando se enojo por lo fastidiosos que son, cuando lo saque a bailar y tome sus manos, cuando ignoré a todos por estar con Él.
Lo supo cuando mi amiga ebria lo saco de la fiesta y prácticamente le grito que yo estaba enamorada de Él.
Lo confirmo cuando se lo confesé a su hermana. Supe que sabía cuando todos me dijeron que ya sabía.
¿Ahora que me toca hacer? ya no me queda nada qué, sólo espero conocerlo y que lo haga también...
Lo supo desde el momento en que lo invite a bailar. Mi sonrisa estúpida lo dijo por mí.
Lo supo cuando lo veía en la banca, solo, sin hablarle a nadie. Cuando intentaba hablarle y sólo reía.
Lo supo cuando mis amigos se lo dijeron, cuando me aventaron hacia el en una actitud de primaria, cuando se enojo por lo fastidiosos que son, cuando lo saque a bailar y tome sus manos, cuando ignoré a todos por estar con Él.
Lo supo cuando mi amiga ebria lo saco de la fiesta y prácticamente le grito que yo estaba enamorada de Él.
Lo confirmo cuando se lo confesé a su hermana. Supe que sabía cuando todos me dijeron que ya sabía.
¿Ahora que me toca hacer? ya no me queda nada qué, sólo espero conocerlo y que lo haga también...
lunes, 12 de octubre de 2009
Y la lluvia no sonaba...
… porque al pensar en ti nada suena ni resuena ni resuella. ¿Estaré junto a ti toda la vida? Ojala y no…
Estaba frente al escritorio, tratando de escribir mi sentir, olí tierra mojada y salí al patio a ver qué pasaba [no puede llover, no se escucha]. Vi el piso mojado, húmedo y no lo creí [no pudo haber llovido, no oí nada]. Tuve que salir de la cornisa y pararme en medio para comprobar una ligera llovizna, muy tierna, muy linda, muy enamorada.
Volví al escritorio y lo conté. No conté nada bueno porque fue un hecho sólo bello para mí, para mí que existió y para mí que lo contemple. Entonces ¿no todo lo bello es bello para todos? Mi lluvia silenciosa ¿sólo es vaticinio para mí?
Volteé la cabeza y ahí estabas y no estabas, eso quiere decir que ¿sólo existes para mí? Recuerdo otra carta que te escribí, te hable sobre tu cabello largo y negro, de tus manos temblorosas con cigarro y café. ¿Ése no eras tú? ¿No eras tú el que hablaba de Sartre y Cortázar? ¿Él que habla francés y lee en inglés? ¿Soy yo? ¿O quién eres?
Y la lluvia callada seguía, sin dirigirme la palabra, sigilosa como es ella. Y yo te recordé con más fuerza, para ver si la hacías hablar… Pero no. Y luego recordé cuando me dijiste que me querías, que me amabas, que me dedicabas comerciales y lunas de octubre y arcoíris y escritos, cuando me decías que era la mejor escritora de tu vida y yo lo creía. Cuando me dijiste que te ibas y no regresarías hasta un año después y yo te respondía así que pasen dos, tres, cinco años.
Recordé cuando te internaron en el manicomio [perdón, hospital psiquiátrico]. Cuando te resististe a entrar, cuando te tuvieron que inyectar, cuando caíste y el golpe sonó por todo el vestíbulo, cuando te cargaron tres enfermeros hasta tu habitación y no me dejaron entrar. Cuando te visité la primera vez y te vi con tu cara demacrada, tus 10 kilos menos, tus ansias por besarme y al enfermero que lo impidió. Tus planes secretos de escaparte también los recordé [y ojala los pudiera olvidar], tus mensajes que mandabas a escondidas.
Tus flores, tus llantos, tu tierra, tu corazón, tu traje negro, mi vestido azul, la lápida con J.L.69, J.S., grabados en mi mente. Recuerdo a John Sims, creado sólo para mí, al que detestabas, al que querías matar y sólo mantenías con vida por mí, recuerdo al gandul de los cacahuates. Te recuerdo, te recordé.
Y entonces la tormenta comenzó, más escandalosa que nunca, como gritando ¡Aquí estoy!
Estaba frente al escritorio, tratando de escribir mi sentir, olí tierra mojada y salí al patio a ver qué pasaba [no puede llover, no se escucha]. Vi el piso mojado, húmedo y no lo creí [no pudo haber llovido, no oí nada]. Tuve que salir de la cornisa y pararme en medio para comprobar una ligera llovizna, muy tierna, muy linda, muy enamorada.
Volví al escritorio y lo conté. No conté nada bueno porque fue un hecho sólo bello para mí, para mí que existió y para mí que lo contemple. Entonces ¿no todo lo bello es bello para todos? Mi lluvia silenciosa ¿sólo es vaticinio para mí?
Volteé la cabeza y ahí estabas y no estabas, eso quiere decir que ¿sólo existes para mí? Recuerdo otra carta que te escribí, te hable sobre tu cabello largo y negro, de tus manos temblorosas con cigarro y café. ¿Ése no eras tú? ¿No eras tú el que hablaba de Sartre y Cortázar? ¿Él que habla francés y lee en inglés? ¿Soy yo? ¿O quién eres?
Y la lluvia callada seguía, sin dirigirme la palabra, sigilosa como es ella. Y yo te recordé con más fuerza, para ver si la hacías hablar… Pero no. Y luego recordé cuando me dijiste que me querías, que me amabas, que me dedicabas comerciales y lunas de octubre y arcoíris y escritos, cuando me decías que era la mejor escritora de tu vida y yo lo creía. Cuando me dijiste que te ibas y no regresarías hasta un año después y yo te respondía así que pasen dos, tres, cinco años.
Recordé cuando te internaron en el manicomio [perdón, hospital psiquiátrico]. Cuando te resististe a entrar, cuando te tuvieron que inyectar, cuando caíste y el golpe sonó por todo el vestíbulo, cuando te cargaron tres enfermeros hasta tu habitación y no me dejaron entrar. Cuando te visité la primera vez y te vi con tu cara demacrada, tus 10 kilos menos, tus ansias por besarme y al enfermero que lo impidió. Tus planes secretos de escaparte también los recordé [y ojala los pudiera olvidar], tus mensajes que mandabas a escondidas.
Tus flores, tus llantos, tu tierra, tu corazón, tu traje negro, mi vestido azul, la lápida con J.L.69, J.S., grabados en mi mente. Recuerdo a John Sims, creado sólo para mí, al que detestabas, al que querías matar y sólo mantenías con vida por mí, recuerdo al gandul de los cacahuates. Te recuerdo, te recordé.
Y entonces la tormenta comenzó, más escandalosa que nunca, como gritando ¡Aquí estoy!
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