sábado, 8 de agosto de 2009

Algo tenía que decir...

Sí, es cierto. Algo tenía que decir. Salí de casa, fui al café, a la inauguración de una exposición, comí, me quedé al recital de poesía y luego al de flauta. Tomé vino tinto y sólo pensaba en llegar a casa para escribir.
¿Qué qué tenía para decir? No lo sé. No puedo recordarlo. Alguna tontería del amor o de eso que escriben las adolescentes deprimidas con blogs de poesía.
O ¿fue ayer cuando pensé en escribir? Ayer que fui a clase, ayer que golpeé mis hombros girando de atrás a adelante, que fui a comer con mi madre y después a beber con mis amigas. Ayer que estábamos en la UTA con mis zapatillas mágicas y unos idiotas que soportabamos sólo porque nos compraban alcohol. Ayer que conocí a un hombre que se parecía tanto a Leonardo que lo seguí un rato y terminé besando a su amigo, ayer que me dio la una de la mañana y no tenía ni puta idea de cómo regresar a mi casa. Ayer que llegue a beber y fumar (tabaco no) a mi casa con Liz y dos hombres que ni sabia cómo se llamaban.
Creo que fue ayer, cuando me arrepentí de haber ido y de haber bebido y llevado a mi casa a dos desconocidos, de no haberme quedado a cuidar a mi bebé enfermo y llegar a encontrarlo temblando. Creo que fue hoy cuando recordé lo bien que me la pasé anoche, que tenía una cruda horrorosa, que estaba desubicada sin saber porqué.
No tengo nada que decir. Lo olvidé al abrir mi página de cierta red social y ver que no tenía señales de quién yo quería que me siguiera halagando. Lo olvidé al leer el diario de un hombre que me hizo ver el asco que le tiene a su creación (que yo pedí siguiera viviendo). Creo que lo olvidé completamente al regresar Leonardo a mi mente, a mi necesidad por él, a mi estúpida obsesión disfrazada de amor platónico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario