jueves, 6 de agosto de 2009

Sin luz (un escrito pendiente)

La primera vez que lo vi, fue en su recámara. Es gracioso, a nadie lo conoces en su recámara... Ya lo había imaginado, es cierto, pero no su personalidad, su rareza, si misticismo, su recámara.
Lo que más me llamo la atención de él, fue su cuarto. Paredes negras, gis de colores neón dibujan espermas, óvulos, escriben frases con sentido para él, montañas de discos, varios pósters, una cama baja con edredón negro, una alfombra con infinitas huellas de las fiestas secretas.
Recuerdo que entramos a la recámara y un amigo de ellos no advirtió no sentarnos en la cama. "No tiene novia, imaginate su cama" dijo, mi reacción obvia fue alejarme del mueble, aunque después repetía para mí la frase y me alegraba tontamente.
No hablo conmigo, de hecho creo que desde esa vez sólo me ha dirigido la palabra para responder mis saludos y mis despedidas. Fue a mi fiesta de cumpleaños, es cierto, pero no estoy segura de que me felicitara, y si lo estoy de que fue por el alcohol. Rechazo mis invitaciones a bailar y yo lo llame "marica" (así les digo a todos, es para mí como decir we).
Hace algunos días fui a su casa, estuve de nuevo en su recámara, de nuevo me ignoro olimpicamente. Estoy segura de que sabe que me gusta y por eso lo hace. Wherever. Como a nosequehora de la madrugada, estaba sentada en la cabecera de su cama, el acostado a la mitad, veía su cabellera, ondulada, larga, hermosa, lo veía envolverse en la cobija, inquietarse dentro de su pasividad. Tenia unas ganas enormes de abrazarlo, de besarlo, de acariciarlo. Juro que dentro de mi gritaba, me sacudía, hacia enormes esfuerzos por controlarme.
Sin querer, o queriendo acaso?, me rozo el brazo. Volteo a verme. Quito la mano. Lo note nervios o lo alucine? Quería que el mundo se detuviera, quería ver sus ojos dos segundos más. Quería oír sus pensamientos, urgar en su cerebro para ver que piensa de mí. Quería que lo repitiera, quería que volviera a poner su mano, que recorriera mi brazo, que me abrazara, que me besara, que le valiera madres todo, que me quisiera, que a mi no me importara su hermana, mi amiga, quería confesarle que me gustaba, aventarme al vacío y dejarme caer en sus brazos.
No paso nada. No volvió a hablarme, siquiera mirarme hasta la mañana siguiente que tome mi bolsa, mi suéter, mi paraguas y me despedí de él.
Al salir de la casa quería voltear esperando verlo en la ventana, despidiéndose, sonriendo. No lo hice porque sabia que no iba a estar y eso destrozaría mis ilusiones. Lo quiero, es cierto, pero puedo no quererlo.

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